Hombres lobo en el clóset: el público ríe y hay mucho que ver
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En un clóset se pueden esconder muchas cosas. No sólo ropa o una que otra persona, también unos cuantos monstruos pueden apropiarse de él y hacerlo su hogar; vampiros, brujas y hombres lobo. El pequeño Fajir (perdón, Farid) le teme a todas estas criaturas, hasta que un día se tiene que armar de valor para […]
En un clóset se pueden esconder muchas cosas. No sólo ropa o una que otra persona, también unos cuantos monstruos pueden apropiarse de él y hacerlo su hogar; vampiros, brujas y hombres lobo.
El pequeño Fajir (perdón, Farid) le teme a todas estas criaturas, hasta que un día se tiene que armar de valor para entrar al clóset pues los hombres lobo se han llevado a su hermano y aparentemente se ha convertido en uno de ellos. Con valentía, Farid y conoce a personajes de un mundo de fantasía que le enseñarán que ser diferente no es malo; al contrario, es genial; que todos somos diferentes y que eso nos hace únicos. ¿Logrará encontrar a su hermano?
Los hombres lobo viven en mi clóset es una producción del Colectivo Transeúnte, una compañía formada por miembros jóvenes de la escena local que lleva varios años en constante actividad. Esta obra es un texto del dramaturgo Oz Jiménez —miembro del colectivo— que se publicó en 2017 en la antología Dramaturgia Jalisciense Contemporánea, de la editorial Paso de Gato, y que tuvo una lectura teatralizada a cargo de la misma directora del montaje, Daniela Casillas, y asesorada en aquel momento por la creadora Circee Rangel, en un ciclo realizado por Cultura UDG también en 2017.
La génesis de este espectáculo está en aquella lectura. El espectáculo por sí mismo tiene dos puntos que podemos valorar: el de la necesidad del grupo por montar el drama escrito por uno de los miembros y el de tomar una postura ante los problemas de discriminación vigentes en la sociedad, tomando a los niños como público.
Esta obra toma un enfoque multidisciplinario. Es decir, involucra actuación realista pero al mismo tiempo teatro de máscaras y de sombras, sumado a una dramaturgia que, aunque no tiene una anécdota realista, no pretende tampoco ser fársica o “posmoderna”, por mencionar ejemplos.
A través de estas técnicas, la obra posee símbolos que tratan un tema universal de una manera que se espera sea digerible para los niños: la homosexualidad (ojo: en ningún momento se hace uso de esa palabra, pero para el espectador adulto es fácil darse cuenta que de eso se trata), un tema político y social muy poderoso que ha cobrado relevancia durante los últimos años y se abre paso, con ayuda de propuestas como ésta, a ser desestigmatizado y aceptado.
La obra no tiene gran relevancia en cuestiones de drama. Consigue muchos aciertos con respecto a las metáforas, son efectivas pero simples. La historia es lineal y tradicional en cuanto a estructura: el camino del héroe que ya todos conocemos, con algunas pequeñas variantes.
Un aspecto destacable de la puesta es el de la escenografía, que consta de una cama armable con figuras geométricas que después se deshacen para armar otras figuras y transportarnos a otros espacios.
Por otro lado, cabe cuestionar el vestuario y las máscaras. Los personajes del mundo real (es decir, los que están fuera del clóset) usan ropa convencional mas no por eso acertada. La madre lleva un vestido de flores que llama bastante la atención mientras que Farid una playera con Gokú en su nube voladora, imagen sin justificación dramática ni propósito y que inevitablemente nos refiere al famoso personaje de animé sin tener nada que hacer esa referencia en la historia. Esta imagen puede dictarnos simplemente un gusto de la directora por el personaje. Ahora, ¿un recurso necesita estar justificado dramáticamente para entrar en la obra? Depende de a quién se le pregunte. Yo digo que sí. Que todo en escena necesita un porqué y debe cobrar relevancia. Que los objetos y todo lo que está en el campo de la ficción necesita ser tomado en cuenta.
Habiendo mencionado las máscaras, que también podemos nombrar simples aunque efectivas pues cumplen con su función, una labor de mayor detalle en ellas habría creado mayor verosimilitud dramática. Es decir, se nota que están hechas con cartón y no tienen detalles de pintura ni nada parecido. Las máscaras sirven para representar a los hombres lobo, vampiros y brujas ¿Qué se podría hacer con ellas para adentrarnos aún más en ese mundo fantasioso? ¿Por qué no apostar por una estética más ostentosa, más rica en recursos plásticos, si éste es el camino que se ha elegido para la representación de lo fantasioso?
Este proyecto posee un eje ideológico muy claro. Tiene un discurso muy evidente en contra de la discriminación en general, pero sobre todo con respecto a las personas de la comunidad homosexual. Aprecio bastante que no se trate de una obra que intente ser aleccionadora, aunque en momentos sí resulta panfletaria, lo cual no es precisamente malo, pero puede ser un poco cansado. Vaya: si la obra está bien ejecutada desde todas sus ramas, yo puedo irme a casa con un mensaje claro en contra de la discriminación. No es necesario que el personaje me diga en repetidas veces: “¡No discriminemos! ¡Todos somos únicos! ¡Ser diferente es bueno!”. Termina por ser un recurso muy fácil y cansado.
Todas estas cuestiones de técnica, de vestuario, de drama, podrían perder valor al ser juzgadas si tomamos en cuenta una cosa: la respuesta del público. Es deber de cada espectador —y sobre todo de los niños espectadores— analizar si aquello que me han mostrado en escena tiene relevancia para mí, si de una forma u otra ha alterado mi percepción de lo planteado, si lo disfruté, me gustó y volvería a venir al teatro. Si las respuestas son afirmativas, entonces nos encontramos con un proyecto que cumplió y que puede volver a cumplir en el futuro. Yo puedo decir que escuché al público reír y a los niños disfrutar. Eso es enteramente significativo. Si el proyecto tiene efectos transformativos o no en la sociedad es muy pronto para dictaminar, pues solamente llevan una función presentada.
Además, esta obra es un ejemplo de cómo se está abriendo paso a creadores locales a incursionar en el terreno de la dramaturgia. La dramaturgia en Jalisco existe y ha existido por mucho tiempo, pero sus exponentes destacables han sido pocos hasta hoy. Representar obras de autores locales bien podría significar que en unos años tengamos premios nacionales de dramaturgia o proyección a nivel internacional como ciudad. El tiempo habrá de decirlo.
Los hombres lobo viven en mi clóset es un proyecto vivo al que seguramente aún le queda mucho tiempo. Hay muchas cosas que decir de él. Tiene funciones los domingos a las 13:00 horas en el Teatro Experimental de Jalisco.
Si va a verla, cuénteme qué le pareció en los comentarios. Yo como siempre lo leeré con atención. Hagamos de la experiencia de ir al teatro algo que podamos debatir y discutir.